¿LITERATURA POPULAR EN EL SIGLO XXI?

(Publicado en Literatura popular zamorana;
 Zamora, Ed. Semuret, 2009).


Llama poderosamente nuestra atención la intensidad con la que la literatura popular, que básicamente se ha transmitido hasta el presente siglo a base de arduas y concienzudas recopilaciones, en las que se incluyen los saberes paremiológicos, ha ido perdiendo interés para el ciudadano corriente y solo queda un puñado de transmisores, admiradores y lectores de esta manifestación literaria.
Veamos cuáles pueden ser las causas de esta situación.
En primer lugar, el receptor del siglo XXI tiene la ventaja de haber sido alfabetizado de forma obligatoria, circunstancia con la que no han contado posiblemente muchos de los transmisores rurales del mágico acervo popular. Si lo desea, puede leer por sí mismo cualquier tipo de texto no solo en soporte papel sino, actualmente, incluso en soporte digital. Recordemos que la transmisión oral tenía sentido esencialmente en un contexto en el que la escritura y la lectura eran patrimonio de muy pocos. Dicha autonomía, por tanto, le permite situarse en la posición de elegir cómo quiere llenar su tiempo de ocio.
Este receptor moderno dispone, además, de múltiples medios de distracción, hecho que entraña ciertas consecuencias. 
Una: puede asistir, en vivo, a la actuación de su grupo musical preferido que, además de ofrecerle un producto de cuestionable calidad literaria, le puede hacer vibrar con el sonido de sus canciones “in situ” (¿ecos de aquel juglar que cantaba y tañía algún instrumento con objeto de obtener alguna remuneración económica?). Si no es este el caso, el ciudadano de a pie puede disfrutar de sus canciones favoritas a través de la radio, del soporte CD, mp3 o vídeo con la posibilidad añadida de descargar en internet la letra de la canción X cuando se le antoje. Que en la canción moderna hay una transmisión oral es indudable, además de una transmisión visual (...)


                        ¿LITERATURA POPULAR EN EL SIGLO XXI?,
                                     por Mª Pilar Álvarez Novalvos.
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