KIM Y LOS ELEFANTES




Pluma a fuego, fuego a sangre, 
sangre a hueso, hueso a tuétano, 
tuétano a ceniza, ceniza a nieve.

Gregory Colbert


      Hay algo misterioso en los elefantes, en el modo en el que lían sus trompas cuando se pelean o en sus ojos dorados que no se sabe a quién miran.
      Kim se sentaba frente a ellos, les hablaba de rodillas con la cabeza inclinada y las manos juntas o les leía páginas que ellos escuchaban atentamente.
     Todas las mañanas subía a la fortaleza de Ras-El-Houman mientras contaba las escaleras; cuando llegaba a la novecientos noventa y nueve se giraba para oír barritar a los elefantes.
      Dormía sobre sus patas, en el silencio que todo lo hace posible.
      Al despertar era uno de ellos.



GREGORY COLBERT


A  Sara Pedraz.
Y a todos los que saben que
 amar la naturaleza
 es amarse a uno mismo.


KIM Y LOS ELEFANTES, por Mª Pilar Álvarez Novalvos 
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